En 1935 se dio a conocer la primera lata para una bebida comercial, la cual fue diseñada por la compañía Gottfried Krueger Brewing, en Nueva Jersey, la cual se asoció con American Can Company.
La Krueger’s Finest Beer y Krueger’s Cream Ale, de las cuales fueron distribuidas dos mil latas, fueron las primeras cervezas en venderse dentro de este tipo de envase que fue aprobado por la mayoría de los consumidores a los que llegó.
El nuevo envase fue un éxito, pues era más ligero que el de vidrio, resistente a los golpes durante el manejo y distribución; fácil de transportar, embalar, apilar y por si fuera poco daba a los diseñadores un lienzo en dónde poder colocar interesantes artes de las distintas marcas. Otra ventaja era que además el consumidor no tenía que pagar un depósito por los envases, y tomaban menos tiempo en enfriarse.
Aunque desde finales del siglo XIX las latas ya eran utilizadas para la distribución de alimentos, fue en 1900 que la American Can Company realizó las primeros intentos para envasar cerveza. Sin embargo, tuvieron que esperar algunos años a que terminara la Prohibición en los Estados Unidos para poder realizarlo en forma. Fue en 1933 cuando la empresa pudo producir una lata presurizada y con un recubrimiento especial que evitara que este líquido tuviera una reacción química con el estaño. El éxito fue total, tanto que sus competidores comenzaron a seguir el ejemplo y para finales de 1935 se había producido y vendido más de 200 millones de latas de cerveza.
Se cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial, los cerveceros estadounidenses enviaron millones de latas de cerveza a los soldados que estaban luchando en el extranjero.
Algunas latas de cerveza antiguas son altamente valoradas por los coleccionistas. En el 2012 en Pennsylvania, una casa de subastas ofreció una colección de 10 latas de cerveza, cuyo precio inicial fue de 10,000 USD por cada una.
De estas, la lata de Gibbons Bock LP, una cerveza estilo Bock, alcanzó el precio de subasta de 36 mil dólares americanos.
Así que ya lo sabes, el espacio que actualmente ocupa tu colección de latas o botellas de cerveza, puede ser una inversión muy redituable a largo plazo.